A lo largo de estos cincuenta años de existencia, Fe y Alegría ha encontrado la forma de llegar al corazón de las y los ecuatorianos.
Para llegar a crear tantos centros educativos ha sido necesario contar con muchas manos, con el compromiso de las familias y comunidades, que finalmente se han apropiado de nuestra misión. Ha sido el esfuerzo, la solidaridad y la confianza de muchos co-creadores el que ha posibilitado una presencia a nivel nacional y que hayamos impactado la vida de cientos de miles de personas con nuestra propuesta de educación popular y promoción social.
Este movimiento está en efecto impulsado por ese deseo de transformación que reacciona ante la injusticia, pero ha logrado subsistir porque ese impulso viene dado por el convencimiento de que nuestros hermanos y hermanas merecen una educación digna, independientemente de su capacidad económica o de cualquier otra diferencia que impone la sociedad.
1. Espiritualidad Transformadora. La "Espiritualidad Transformadora" de Fe y Alegría está inspirada en la fe cristiana, en la indignación ante las injusticias y en sueños y esperanzas de mujeres y hombres comprometidos en superar las problemáticas que afectan a la comunidad y a la casa común.
2. Justicia entre los seres humanos y con la naturaleza. La justicia que inspiró a Fe y Alegría es bíblica, está orientada a la protección de los más débiles, aquellas/os que son descuidadas/os por el sistema (Dt. 10,18: huérfanos, viudas y extranjeros)
3. Respeto a la diversidad y la diferencia. Fe y Alegría aconteció como expresión de respeto a las/os pobres, a las/os otras/os que son diversas/os y descartadas/os. Incluye a otras nacionalidades y grupos étnicos, a las personas con discapacidad y a las diversidades de género.
4. Participación solidaria. La participación solidaria, que aconteció en Fe y Alegría desde sus inicios, se actualiza hoy en el trabajo en red al interior de Fe y Alegría y en alianzas con actores gubernamentales y de la sociedad civil, que sueñan y se comprometen a la construcción de un proyecto social más justo.